La mujer en la vidriera / Woman in the window

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No todo lo que brilla es oro. Eso lo sabía de primera mano Virginia, quien una vez más veía como, lo que creía era su última oportunidad para amar, se le iba de las manos.

Aunque no era exigente, tampoco se iba a conformar con poco. Sabía lo que quería, y aunque le dolía vivir un nuevo fracaso, prefería eso a seguir dándole largas a algo que terminaría en un callejón sin salida.

Nuevamente estaba en la sala de espera de su psicóloga, quien al verla ya sabía la razón de su visita, y con una mirada compasiva la invitaba a entrar al consultorio.


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Norma, su psicóloga, la ayudaba a canalizar sus emociones para poder expresarlas de alguna manera, ya que el llanto había desaparecido de sus ojos, desde que falleció su papá. Tenía ya 10 años sin soltar siquiera una lágrima, y eso no estaba del todo bien, sobre todo porque no se había vuelto una persona de carácter duro, y siempre será necesario llorar, aunque sea para limpiar la mirada.

De alguna manera, en Virginia, las formas de liberación natural del stress se paralizaron, y acudió a la psicología para buscar la forma de reactivarlo, no porque lo consideraba necesario, sino por insistencia de su madre, quien veía como poco a poco se cristalizaba su mirada.



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Así que luego de una nueva decepción amorosa, Virginia estaba en el diván de Norma, tratando de entender lo que pasaba y buscando poder llorar ese proceso, para limpiar su mente y purificar su corazón otra vez.

Solo que en esta ocasión, ella ya iba por complacer a su madre. Se convenció que por alguna razón inexplicable, su destino era ver la vida a través de un cristal, como si de un espectáculo se tratara, sin involucrarse, solo ver cómo los demás lograban todo aquello que ella, por más que se esforzara, no podría tener.

Se limitó a seguirle el juego a Norma, confiada en que ella no se daría cuenta. Pero más sabe el diablo por viejo, que por diablo, y Norma captó cual era su plan al primer movimiento. Estuvieron lo que duró la consulta como en un juego de ajedrez, buscando hacer que la otra "perdiera" la partida. En este caso, Norma la dejó ganar, esa fue su estrategia.


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No era un caso fácil, pues cuando quería, Virginia era realmente tajante en sus decisiones. Y había sido tan amarga la experiencia de tratar de encontrar a alguien quien la quisiera como mujer, que prefería mantenerse aislada del amor.

Para ella, ver las cosas detrás del vidrio era una manera segura de seguir viviendo en sociedad, aislada sin que nadie se diera cuenta, y fingiendo una sonrisa ante cada iniciativa por tratar de conquistarla.

Norma, cada semana, le hablaba sobre su necesidad fisiológica de llorar, y que el desengaño era parte de la vida, no solo en el amor, sino en cualquier faceta. Le preocupaba su negativa a expresar sus emociones, pues era consecuencia de un bloqueo inconsciente, que tarde o temprano le pasaría factura.

De a pasos, fue avanzando en su terapia, pero el día menos pensado, Virginia colapsó, su corazón herido se manifestó en un infarto que la llevó a la sala de terapia intensiva del hospital. Mientras los doctores revisaban su cuerpo, las enfermeras aplicaban medicinas y sacaban muestras de sangre, su mente iba a lo más profundo de su ser.


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Pasó de culpar a los demás por su dolor a hacerse responsable de lo que le estaba pasando. En medio de la fría sala de terapia intensiva, entubada y monitoreada, sucedió lo que ella pensó que no volvería a pasar. Una lágrima rodaba por su mejilla hasta depositarse en la almohada.

Había tocado fondo. Su madre fue notificada de esa reacción y los médicos le dijeron que ya había pasado el peligro de un mal mayor. Emocionada llamó a Norma, quien para ella, era parte de la familia prácticamente, y le dio la noticia. Virginia logró llorar!



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Una vez en una habitación para monitorear su avance, Virginia pudo compartir con su mamá, quien la abrazó fuerte hasta que las enfermeras llegaron a revisarla. Al salir, se encuentra con Norma en el pasillo, quien pasó a visitarla y expresarle interés por su salud. No era algo que hiciera usualmente, pero dado el tiempo que llevaban conociéndose por las terapias, le pareció que sería un gesto agradable para Virginia.

Cuando pudieron volver a entrar, los picos en el monitor cardíaco se dispararon. Sus ojos se llenaron de lágrimas nuevamente al ver a su terapeuta en el mismo recinto, pero esta vez, sin ánimos de una consulta.

Realmente la quería, y su emoción fue tan sincera, que Norma se acercó y le tomó la mano para procurar calmarla. En ese contacto, Virginia terminó de entender lo que pasaba con ella, y que no era capaz de manifestarlo hasta entonces.



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Ella misma se había encerrado tras el cristal, al no querer reconocer su diferencia del resto de las mujeres, aunque era algo común, pero que en su familia era un tema tabú.

Había descubierto que su continuo fracaso con el género masculino, no era por las faltas de ellos, sino más bien porque en su interior, lo que ella buscaba distaba mucho de lo que un hombre le podía ofrecer.

Se había enamorado de Norma; de una manera inexplicable pasó del hastío. a sentir que ella le había dado un sentido a su vida.

Y aunque la terapeuta no le correspondió en sentimiento, para Virginia haber descubierto su verdadera sexualidad la sacó de la vidriera en la que su familia y la sociedad había hecho que se metiera durante muchos años.



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Not all that glitters is gold. Virginia knew that firsthand, and once again, what she thought was her last chance for love was slipping through her fingers.

Although she wasn't picky, she wasn't going to settle for little either. She knew what she wanted, and although it pained her to experience another failure, she preferred that to continuing to drag her feet on something that would end in a dead end.

Once again she was in the waiting room of her psychologist, who, upon seeing her, already knew the reason for her visit, and with a compassionate look invited her to enter the office.



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Norma, her psychologist, was helping her to channel her emotions so she could express them in some way, since the tears had disappeared from her eyes since her father passed away. She hadn't shed a tear in 10 years, and that wasn't all right, especially since she hadn't become a hard-nosed person, and it will always be necessary to cry, even if it's just to wipe her eyes.

Somehow, in Virginia, the ways of natural release of stress were paralyzed, and she turned to psychology to find a way to reactivate it, not because she considered it necessary, but at the insistence of her mother, who saw how little by little her gaze was crystallizing.



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So after a new love disappointment, Virginia was on Norma's couch, trying to understand what was happening and looking for a way to mourn that process, to clean her mind and purify her heart again.

Only this time, she was already going to please her mother. She was convinced that for some inexplicable reason, her destiny was to see life through a glass, as if it were a show, without getting involved, just to see how others achieved everything that she, no matter how hard she tried, could not have.

She just played along with Norma, confident that she would not notice. But the devil knows best from the old man, and Norma caught on to his plan at the first move. They spent the duration of the consultation as in a game of chess, looking to make the other "lose" the game. In this case, Norma let her win, that was her strategy.



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She was not an easy case, because when she wanted to, Virginia was really sharp in her decisions. And so bitter had been the experience of trying to find someone who loved her as a woman, that she preferred to keep herself isolated from love.

For her, seeing things behind glass was a sure way to continue living in society, isolated without anyone noticing, and feigning a smile at every attempt to win her over.

Norma, every week, talked to him about her physiological need to cry, and that heartbreak was part of life, not only in love, but in any facet. She was concerned about her refusal to express her emotions, as it was the consequence of an unconscious blockage, which sooner or later would take its toll on her.

Step by step, she made progress in her therapy, but the day she least expected it, Virginia collapsed, her wounded heart manifested in a heart attack that took her to the intensive care ward of the hospital. As doctors checked her body, nurses applied medicine and drew blood samples, her mind went deep inside her.



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He went from blaming others for his pain to taking responsibility for what was happening to him. In the middle of the cold intensive care unit, intubated and monitored, what she thought would never happen again happened. A tear rolled down her cheek and onto her pillow.

She had hit rock bottom. Her mother was notified of this reaction and the doctors told her that the danger of a major illness had passed. Excitedly she called Norma, who to her was practically part of the family, and told her the news. Virginia managed to cry!



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Once in a room to monitor her progress, Virginia was able to share with her mom, who hugged her tightly until the nurses arrived to check on her.

On her way out, she meets Norma in the hallway, who stopped by to visit her and express interest in her health. It wasn't something she usually did, but given how long they had known each other through therapies, it seemed like it would be a nice gesture for Virginia.

When they were able to go back inside, the spikes on the heart monitor spiked. Her eyes filled with tears again as she saw her therapist in the same room, but this time, not in the mood for a consultation.

She really loved her, and her emotion was so sincere, Norma reached over and took her hand to try to calm her down. In that contact, Virginia finally understood what was going on with her, and that she had not been able to express it until then.



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She herself had locked herself behind glass, not wanting to recognize her difference from the rest of the women, although it was something common, but in her family it was a taboo subject.

She had discovered that her continuous failure with the male gender was not because of their faults, but rather because deep inside her, what she was looking for was far from what a man could offer her.

She had fallen in love with Norma, in an inexplicable way she went from boredom to feeling that she had given meaning to her life.

And although the therapist didn't reciprocate in feeling, for Virginia to have discovered her true sexuality took her out of the window that her family and society had put her in for so many years.



Fotografías por/Photografy by: Canva´s cortesy
Edición/Edition by: @mamaemigrante on canva
Traducido por/ translate with: www.deepl.com/translator (free version)



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Las lágrimas son nuestras fieles compañeras cuando sentimientos fuertes envuelven nuestra vida, sean por alegría o tristeza, dejarlas fluir es algo que nos hace bien. Es un desahogo.

Nunca me imaginé el final de la historia, si bien Norma no le correspondía.

Virginia se dio cuenta que era lo que la tenía bloqueada. Ahora podrá dejar aflorar sus sentimientos, bueno esperando que si se atreva hacerlo en frente de los demás.


Amiga que bueno verte escribiendo otra vez. Como siempre impecable, me gustó.

Espero estés muy bien o muchísimo mejor de tu dedo.

Saludos y Bendiciones.

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Gracias por comentar. Mi dedo va bastante bien, ya casi cicatrizado.
A veces por temor al que dirán, o las reacciones de los demás, bloqueamos inconscientemente cosas que queremos hacer o decir. En este caso, Virginia se empeñaba en ser quien no era, y eso le pasó factura de la peor forma.

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Marluy me complace tenerte de vuelta en el ruedo, siempre es un honor hacer gala de la lectura sobre lo que escribes, espero tu dedo bien y mejor, y aprendizaje para ser mas pilas con esa bendita rebanadora.



Norma tomo su decisión y de verdad que esperaba otro final pero así son las cosas entre dar y recibir por igual.

Llorar es magnifico nos libera , nos purifica en lo bueno nos potencia a ir por mas siempre lo se por experiencia.

Aflorar fluir emociones siempre traen valiosa información a solas o de frente esto ultimo cuesta un poco más, Ojala Virginia entienda que ser vulnerable no la hace débil sino más humana.

Te abrazo amiga @mamaemigrante feliz de que estés acá con nosotras .

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Fue un final que no me esperaba la verdad. Muy bien contado como siempre y con una tremenda enseñanza. Acumular y guardar nuestras emociones nunca termina bien en algún punto explota.

Solemos guardarnos cosas para no lastimar a los demás sin importar el daño que nos hacemos a nosotros mismos.

Un abrazo amiga ❤️

Excelente relato

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