Al observar la imagen de Bienvenidos a Barcelona, recordé un viaje que hice con mi padre.

Una vez cuando joven, en 1990, con mi padre, hice una travesía hacia la ciudad de Barcelona, capital del estado Anzoátegui. Mi padre era chofer, conducía un camión 🚛 carga ancha, el cual transportaba alimentos para ganado. La ruta era Carora, Barquisimeto, Acarigua, Puerto cabello, Valencia, Maracay hasta Barcelona al noreste de Venezuela. Mas de 12 horas de camino, mas de 600 km de recorrido. Fue una aventura, transitar por la vía, imagínense pasar por 5 estados, degustar diferentes comidas, observar tantos paisajes, charlar con mi padre todo ese largo camino, fue algo interesante que jamás olvidaré, andar junto a mi padre disfrutando de tanta belleza.

Cuando por fin llegamos a la ciudad de Barcelona en la carretera vi los apamates coloridos, morados, rosados, lilas y blancos, unos de los árboles mas emblemáticos de la región, aparte de los robles, araguaneyes, quiebrahachos, abundaban en las plazas, casas y alrededores. Todos esos lugares presentaban una majestuosidad con ese colorido peculiar, en muchos casos combinados con araguaneyes. Había una armonía de colores, se vislumbraba la conservación del ambiente, y la sincronía de la ciudad.

Nos detuvimos a comer en un restaurante para degustar algunos platos autóctono o típicos de la región. Había hervido de res, empanadas, arepas rellenas, pescado frito, cachapa, pastel de chucho, como bebidas refrescantes, guarapo de piña, guarapo de papelón, agua de coco, entre otros. Y de postres el majarete, arroz con coco, jalea, dulce de lechosa y de merey. Mi padre comió el pastel de chucho, agua de coco y buñuelos. Por mi parte, pescado frito con guarapo de papelón y dulce de merey. Todo muy exquisito.

Luego de allí nos trasladamos para entregar la mercancía, seguimos disfrutando de tanta belleza, de repente observo un grupo de arbustos de cayenas llenas de flores multicolores, tanta variedad de colores nunca vistas, rojas, amarillas, naranjas, blancas de varios tonos, rosadas y hasta color salmón, quedé maravillada, nos detuvimos para fotografiar con su cámara agfa. Las flores eran de 10 a 15 cm, nunca había vistos esos pétalos tan grandes. Seguimos avanzando por la vía, se visualizaba grandes extensiones de tierras en forma de sabanas, grandes haciendas bien distribuidas con ganado vacuno de raza, llegamos al sitio estipulado y vimos los criaderos de ganado porcino y de aves, todo era una belleza. También el gentilicio se caracterizaba por su amabilidad. De regreso compramos varios kilos de merey para llevar a mis hermanos y mi madre para que degustaran ese exquisito fruto.

Después de la entrega nos devolvimos a nuestra ciudad. Llegué tan emocionada a casa buscando unos libros de geografía económica de Venezuela para seguir aprendiendo sobre la ciudad de Barcelona.