Una tarde problemática

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Un cosquilleo en la cabeza despertó a Roberto de su trance, llevaba ya cuatro horas revisando diversos documentos de sus clientes, en algún momento había apagado el aire acondicionado, pero no recordaba cuando, el olor de la comida del restaurante de a lado le hizo voltear al reloj para ver si ya era hora de comer, apenas eran las doce del medio día, aún faltaba una hora para el descanso, pero él ya se sentía cansado y algo irritable, un cliente molesto que se quejaba con uno de sus compañeros de trabajo lo había alterado también a él, estaba nervioso, constantemente se frotaba las manos y se paraba para sobarse la parte baja de la espalda y la cabeza.

Nuevamente volteó a ver el reloj, apenas habían pasado unos minutos, ya veía algo borroso y no recordaba nada de lo que recién había leído por lo que decidió ir al baño para lavarse la cara. Ya en el baño notó que traía la camisa completamente mojada en sudor, se la quitó y la puso enfrente de la salida del aire lavado que estaba en el área de espera para que se secara un poco, el dolor de cabeza era insoportable, tomó un poco de agua fría del despachador y regresó para ponerse de nuevo la camisa.

Ya de nuevo en su escritorio se encontró con que le habían dejado aún mas trabajo, pero al revisar se dio cuenta de que él mismo había revuelto los papeles. Empezó a organizar todo de nuevo, de repente sintió que temblaba y que su corazón empezaba a latir mas rápido. Se tranquilizó por un momento, tenía tanta hambre que empezaba a sentir nauseas y la boca amarga. Volteo de nuevo a ver el reloj, solo faltaban dos minutos para la hora de la comida. Se quitó los audífonos y se levantó para ir a comer, pero apenas dio dos pasos y empezó a ver todo negro, calló al suelo mientras se iba quedando dormido.

Los ojos de la linda enfermera de la empresa lo veían fijamente, entre dos de sus compañeros lo habían sentado en el suelo, la enfermera le había hecho una prueba rápida de glucosa en sangre, estaba notablemente baja, otra mas de sus compañeras le acercó unas fresas y alguien mas un poco de jugo de uva.

-Después de comer vas a ver al médico- le dijo la enfermera.

Al siguiente día Roberto llevaba fresas cubiertas con chocolate en un pequeño refractario, las puso en su escritorio y se dispuso a trabajar, tres días después murió, al parecer no fue al médico.




@saulos



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