El padrino de la nariz rota / The godfather with the broken nose

1982, la gran devaluación había roto los sueños de muchos mexicanos, de un momento a otro los ahorros se habían reducido a la quinta parte de su valor. Juan había estado ahorrando para el enganche de una casa de tres cuartos y muy buen terreno, pero al acudir a la oficina de ventas se encontró que se habían detenido las ventas hasta próximo aviso y que los precios de las viviendas subirían entre un 400 y un 600 por ciento, la depresión lo consumía, estaba cerca de cumplir los cuarenta años y aún seguía pagando renta, pero para su buena suerte alcanzó a comprar un pequeño terreno donde alcanzó a construir una pequeña vivienda de cuatro por cuatro metros, gastando todos sus ahorros, bueno era un lugar muy pequeño para vivir, pero no tenía esposa ni hijos, así que para él era suficiente.

Dos años mas tarde, una mañana de primavera Juan decidió comprar un libro que le habían recomendado, pero al pagar se dio cuenta de que le estaban cobrando casi el doble de su valor y que le habían incluido un pequeño folleto que tenía una fotografía de una niña morena de cabello negro y rizado, de ojos serenos ligeramente tristes que decía:

"Padrino o madrina, la pequeña Daniela cumplirá seis años el próximo doce de abril, ya sabe leer y escribir, incluso ha escrito un par de poesías que se incluyen al final del folleto, es de las niñas mas inteligentes, es muy noble y amable con los demás niños y se ha ofrecido a enseñar a leer a los que todavía no lo hacen pues ella lee tan fluido que parece que lleva años de hacerlo, ha dicho que de tener la posibilidad de estudiar, le gustaría ser maestra de primaria para poder ayudar a mas niños cuando sea grande. Gracias por tu cooperación."

Al terminar de leer el folleto Juan le pidió a la encargada que le explicara de que se trataba. La encargada se disculpó pues una de las vendedoras se había equivocado y lo había incluido en la lista de bienhechores.

-Mil disculpas, es error nuestro, lo que pasa es que la librería está en un programa de una casa hogar que ayuda a niños abandonados. A razón de que hace ya mas de dos años que nadie adopta a ningún niño o niña, ya ve que como requisitos piden estar casado, tener un trabajo estable, no tener niños y tener un cuarto exclusivo para el menor, pues es cada vez mas difícil dada la devaluación que vivimos. La casa hogar diseño el programa "padrino-madrina" que permite dar una donación mensual para la manutención de un menor, el padrino o madrina puede ver los logros de su ahijado o ahijada a través de los folletos mensuales y mandarle cartas en sobre abierto que son inspeccionadas previamente por la dirección. Si usted desea participar debe llenar el formato o solo dar la donación por única vez- le explicó atentamente la encargada.

-La verdad mi situación es deprimente, con dificultad he podido construir yo mismo mi casa que apenas es de dos cuartos de cuatro por cuatro, pues no gano mucho, lamento no poder ayudar- contestó Juan

La encargada le cobró solo el precio del libro y Juan se retiró muy pensativo.

Quince días mas tarde Juan cenaba como de costumbre solo en su pequeña casa, tenía una barra de concreto pegada a la pared con un banco de madera, pues no tenía comedor, tenía un pequeño refrigerador que le habían regalado en la empresa donde trabajaba, una cama individual, una pequeña televisión blanco y negro que estaba descompuesta y un librero de concreto que el mismo había construido. Pero con todo y su precaria vida no dejaba de pensar en los ojos de tristeza de la pequeña Daniela y el remordimiento de no haber ayudado ni siquiera una sola vez, no lo dejaba dormir.

Al día siguiente fue a la librería para preguntar sobre el programa pues no se explicaba como alguien puede abandonar a un hijo. La encargada le explicó que en el caso de Daniela, simplemente apareció a las puertas de la casa hogar como a los cuatro meses de edad. Con la voz quebrada Juan pidió que lo incluyeran en el programa de bienhechores como padrino de Daniela.

A partir de ahí Juan empezó a trabajar un poco de tiempo extra, su patrón al oír su historia le había concedido una hora extra diaria para que pudiera cumplir con sus nuevas obligaciones. Juan cambió mucho sus hábitos, empezó a leer un libro al mes y luego se lo mandaba a la niña junto con la carta. En los siguientes cinco años construyó un par de cuartos mas en su terreno y se compró una televisión nueva, empezó a hacer mas ejercicio y se sintió mas feliz que nunca, lo único que le faltaba para adoptar a Daniela era casarse pero la chica que estaba cortejando lo rechazó al primer intento burlándose de su rostro. Estuvo triste un tiempo pero luego reflexionó que su vida de cualquier modo tenía sentido, era el feliz padrino de una niña que algún día sería maestra de primaria.

Pasaron ocho años mas, Juan iba a cumplir los cincuenta y cinco años cuando recibió una sorpresa, una hermosa joven de diecinueve años toco su puerta, era Daniela quien venía acompañada de tres personas mas, dos personas mayores y una joven como de cuarenta y cinco años. Todos se fueron de ahí para ir a la ceremonia de graduación de Daniela.

-Gracias a ustedes, mis amados padrinos y madrinas, he podido terminar mis estudios, mas que padrinos, hoy, si me lo permiten, me gustaría decirles, padres.-

Juan no pudo mas y rompió en llanto, estaba muy orgulloso de ver a la que llamaba niña, graduarse y convertida en una señorita. Alejandra la joven madrina lo abrazó y lloró con él por un rato.

Cuatro meses mas tarde Juan y Alejandra se unían en matrimonio.

-No pensé que algún día llegaría a casarme, pues soy bastante feo y con mi nariz rota que chica iba a quererme- dijo Juan

-Para mi eres el hombre mas bello que he conocido- le contestó Alejandra que ahora era su esposa.